El abrazo de Llanes
Dejo dormir las espigas
sobre las señales de nubes
y las planicies en línea,
con la rugosidad
del papel y la tierra
en las yemas.
Al abrir el libro blanco
crujen las hojas y troncos,
la altura de las puertas de madera
y la sombra bajo las ventanas.
El felpudo de la hierba
me acoge en el valle,
belleza luminosa que me abraza
en las oxidadas bisagras
del puerto de piedra,
abierto a las antiguas miradas
alegres del atardecer.
Los árboles protegen musgo y fortaleza,
el muro y las colinas sobre la terraza
y la montaña en la lejanía,
como el mar besa la playa
y los cabos el agua,
todos los caminos se cruzan en su pelo.
Los acantilados cuentan el ocaso
de las rocas reflejadas en la arena
húmeda,
y la alegría conmigo,
todavía puedo olerla,
cruzando el cielo.