El beso de la lluvia
Por qué habría de enterrar nuestras
leyendas
en jardines de una infancia
prometida,
cultivado en el espliego
del proyecto
el aroma de una rula de
sardinas,
escondido entre las redes
de las barcas
ese vaso que derrama los
enigmas,
arrojando estas orillas a
las olas,
grises ecos desde el fondo
de una mina.
Serán sólo las goteras de mis
labios,
las cavernas de una
Atlántida emergida
de un océano de Trasgos de
aguardiente.
El Nuberu que, acercándose
a hurtadillas,
soplará las chimeneas en
los bosques
protegido por escamas de
los Cuélebres
y, al abrigo del trineo de
los pájaros,
dormirá bajo el embrujo de
las Xanas
empapado de un orbayo de
agua viva.
Cuadros: Ana María Izquierdo Ruiz |