martes, 10 de abril de 2018

El trovador en el Salón Dorado





Tras el azahar de los jardines y el bosque de columnas se abría un firmamento azul con astros rojos. Arrojándolo al suelo, el Señor mercenario argumentó que aquel trovador debía ser juzgado y condenado como espía, ya que había anticipado su llegada la víspera de la batalla, pero el rey quiso escuchar alguna de sus coplas antes de dictar sentencia. El trovador recitó unos versos inspirados en la cercanía de la muerte y el monarca, emocionado, pospuso su decisión. Al día siguiente moriría el padre del rey, que decidió seguir perdonándole la vida. Lentamente fueron girando las estrellas; el trovador componía cada noche, soñando la manera de escapar, y el rey escuchaba hipnotizado las historias que le recitaba bajo la luz de otro crepúsculo. Así sobrevivía, para volver a velar en las mazmorras, mientras en el fondo cada verso se cumpliera el día posterior, hasta que una tarde de otoño, decidido, relató los detalles de su liberación. Al despertar la mañana, el verdugo aguardaba en la puerta de su celda.




Microrrelato Finalista en la Fase externa de la 6ª edición del Certamen "Picapedreros" 
(Daroca, 20 de julio de 2016).




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